domingo, 22 de febrero de 2009

Cuatro días raros



He estado mucho tiempo fuera; me ingresaron el día cinco de febrero y hasta el pasado jueves, el diecinueve, no me dieron el alta. Bueno, me dieron el alta y el primer ciclo de quimioterapia que, afortunadamente, estoy llevando bastante bien. Por ahora, no me están afectando ninguno de tantos y tantos efectos secundarios que asocian al tratamiento... toco madera y a ver si sigue la cosa así.

Lo que sigue es algo que escribí en el hospital. No tenía conexión a internet, pero sí tenía el portátil. Y hubo un momento en que me preocupaba olvidar ciertas cosas. No sé si son importantes o no, pero a mí me interesaba no olvidarlas. Espero que no resulten ser muy feotas :-)


El blog está parado desde el día cinco de febrero, lo siento; pero es que tuve que ingresar de urgencias. Sangre en heces y un susto bastante majo. Llamé a una ambulancia y allá que nos fuimos al hospital... con el agravante de que mi madre tenía un trancazo de mucho cuidado y yo no tenía muy claro si no acabaría necesitando ella que la atendieran también. Casi acabé teniendo razón. Hmmm, releo el párrafo y me ha quedado pelín seriote tirando a feo... pero es que fue mi tarde horribilus y, bueno, no se me ocurren muchas formas majas de contarlo.

Porque fue una tarde penosa. Llegué a urgencias sobre las tres y me dejaron en una camilla. Afortunadamente, enseguidita oí que alguien con la voz muy parecida a la de Merxe, intentaba que le hicieran caso en el mostrador. Le pedí a mi madre que fuera a traérsela y, al ratito, estaba a mi lado. Y Carlos, claro, no me voy a olvidar de mi chico favorito. Y es que la tarde prometía ser larga; y lo fue.

Llegó la médico de guardia y las preguntas habituales, esas que sigo sin saber contestar a veces, porque sigo sin saber observarme, aún no he aprendido. La primera valoración le llevó a pensar que la medicación que seguía en la rutina de medicamentos que me habían diseñado, me había causado o bien una gastritis o bien una pequeña úlcera, y que de ahí procedía la sangre. Para asegurarse, me iban a colocar una sonda nasogástrica para ver si había sangrado de estómago. Ays. Niños, no lo intentéis nunca en casa o, por lo menos, no lo hagáis todo del revés como lo hice yo, que en mi vida he pasado por pocas experiencias tan desagradables. Se suponía que debería llevar la barbilla al pecho y tragar el tubito de goma mientras respiraba tranquilamente... la realidad fue que mi cabeza se fue ella solita hacia la espalda mientras yo notaba como me estaba entrando un tubo más grande que mi nariz por ¿mi nariz? y mientras jadeaba casi agobiándome, se iba acercando a su ubicación en la garganta (si llegaba más abajo o no, es algo que ignoro, mi sensibilidad se acababa allí). Por no hablar de que se supone que mis manos deberían haber estado sujetas bajo mi culo y acabaron revoloteando por encima de todas las cabezas presentes en el evento; claro que eso ya no me molestó tanto, el objetivo al sujetarlas era evitar que agrediera al ATS... ¿y el derecho a la legítima defensa? :-)

Recapitulemos. Estaba en una camilla y, ahora, tenía trompa y una bonita bolsa a juego donde se empezaría a ver el contenido de mi estómago. Faltaba algo... una foto, claro, faltaba una placa de abdomen. Y en esas empezó la parte más horribilus del evento: el aparato estaba estropeado. Empezó una espera desesperada. Yo ya llevaba tres horas en esa camilla y apenas podía moverme; empezaron a dolerme las piernas. Merxe se había ido hacia un ratito, a atender a su hijo. Mi madre estaba completamente agotada, dormida en una silla del box, buena parte de la tarde. Por fortuna, en esas escuché la voz de Lledó en el mostrador. Isma y JuanMa tuvieron que quedarse fuera, pero mi chica pasó para dentro y estuvo un buen rato entreteniendo al dolor de la pierna y dándome a mí un respiro y el par de abrazos que estaba notando a faltar. Luego se fue y volvió Merxe y apareció Antonio que había dejado a María en casa. Aprovechamos para que mi madre fuera a casa también, con alguien que la acompañara. Y eran ya las ocho y no se sabía nada de mi placa. Bueno, miento: vinieron a buscarme en ese momento para hacerla.

Y justo cuando parecía que ya empezaba la cosa a tomar buen rumbo, empezaron a dolerme cada vez más y más las piernas. Y en esas que suena el teléfono y es María diciendo "Papá, ven a casa, ven a casa, abuelita está muy mal". Mi madre se había caído al suelo. Y tiene tela mi niña: llevó corriendo una silla de la sala a la cocina, y consiguió que mi madre se sentara en ella. Y así las encontró Antonio al llegar. Me encanta ese carácter resolutivo de mi hija y ese asustarse pero sólo después de que ya ha hecho lo que ha podido y lo ha hecho muy bien, además. ¡Bravo por ella! :-)

Como a las once ya era oficial mi ingreso en el hospital y ya tenía habitación. Para esas horas ya no sabía que hacer con mis piernas. Sólo era capaz de llorar, llorar mucho y sentirme completamente impotente y dolorida. Me habían puesto diversos tipos de calmantes... hubo uno que me engañó durante diez minutos, al cabo de los cuales volví a sentir la risa malévola del dolor diciéndome que no me iba a librar de él tan fácilmente. Porque estaba allí, otra vez.

Lo último que me hicieron en urgencias, tenía forma de inyección intramuscular y tardó en hacerme efecto lo que tardamos en llegar a la habitación 225 de Oncología Hospitalaria, reconocer el saludo cariñoso de Yolanda al llegar a la habitación y dejarles hacer mientras me trasladaban a la cama y me iban llenando de goteros y demás parafernalia hospitalaria. Creo que hasta cayeron dos bolsas de sangre transfundidas. Y dice Yolanda que yo seguía pidiendo "¡Drogas, drogas!", hasta que, por fin, empezó a hacer efecto el chute de urgencias y empecé a quedar dormida.

Para cuando desperté, era viernes y no había dolor :-)

***ooo***


Era viernes, no había dolor y tampoco había desayuno. Comer y llevar una sonda nasogástrica son actividades incompatibles. Adivinad cuál era la accesoria. Pues eso, sin comer :-D Ni beber, claro.

Recuerdo pocas cosas del viernes, se me pasó como el escenario de un (mal) sueño y las pocas imágenes que recuerdo, apenas tienen continuidad. Estaba casi obsesionada con no olvidar que tenía cita, a las cinco y media de la tarde, para hacer un TAC y lo repetía una y otra vez por si lo olvidaban. Y fue el día en el que el pelo empezó a caerse (cosas de la radioterapia). Je, no os imagináis la cantidad de pelo que tengo y eso de que, sin previo aviso, decidiera que quedaba mejor en las sábanas, en el suelo, en cualquier sitio que no fuera la propia cabeza, tuvo su gracia... hasta que todo el mundo empezó a darse cuenta de lo inútil que era intentar recogerlo :-)

Ya os digo que recuerdo pocas cosas. Mis ángeles guardianes, Merxe y Cristina, debieron de estar por aquí, velando por mi madre en casa y por mí, aquí. María no fue ese día al cole y estoy segura que también puso su grano de arena cuidando de mi madre. Pero el que se comió el gran marrón (y no glacé, claro) fue Germán. Pasó toda la tarde conmigo, bajadita al TAC incluida. Y lo malo es que la parte del dolor de piernas se iba a repetir casi idéntica a la de la tarde anterior. A las seis sentí los primeros dolorcillos que me hicieron intuir que se iba a repetir el proceso. Y cuando me disponía a bajar de la cama e intentar paliar el dolor andando, apareció una médico en la habitación que me dijo que a partir de ese momento, sintiéndolo mucho, tendría que estar inmovilizada. Me habían visto en el TAC un trombo en el pulmón. Una situación curiosa: aún estaban valorando y estudiando el porqué de la hemorragia que había motivado mi ingreso. Y se encuentran con un trombo que, de normal, se trataría sin problemas con anticoagulantes... si no fuera por el pequeño detalle de que no me los podían suministrar a causa de la hemorragia. Solución, no podía moverme de la cama hasta nueva orden ya que el trombo se me podría subir a la cabeza (¿sería de buena cosecha, al menos :-)?). En fin, acepté estoicamente mi nuevo destino.

En estas estábamos cuando llegaron Antonio y María, sobre las seis y media. Me pedí un ratito a mi niña, que hacía mucho que no la veía; mientras tanto, el dolor de piernas iba creciendo más y más. A las ocho le pedí por favor a Antonio que se la llevara a casa. Iba a empezar a llorar de un momento a otro y no quería que la niña me viera así. Y vaya si empecé a llorar. Y a jurar en arameo. El bueno de Germán, que es sagitario como una servidora, empezó a enfadarse a base de bien contra mis dolores. Igual los que no seáis sagitario no lo entendéis, pero enfadarse en un enemigo y focalizar en él nuestra rabia, nos ayuda a que no se nos note tanto el miedo y la rabia que nos puedan dar ciertos tipos de enemigos intangibles, contra los que es difícil luchar y que, además, estén haciendo daño a un amigo. También ayuda a intentar ser prácticos en estas situaciones. Germán me ofrecía sus manos para apretarlas y que pudiera espantar así el dolor. Bueno, consiguió algo más importante, porque el muy bestia está realmente cachas e intentar apretar sus manos era como intentar apretar rocas, misión imposible. Así que, por lo menos, pude reír al comprobar primero, su cariño y, luego, lo fuertote que está, caramba. Tengo que recordar no caer nunca en la tentación de intentar pelear un pulso con él ;-)

A eso de las nueve, volvieron al intento fallido de intentar conseguir que pasara el dolor con el Nolotil. Esta vez ni siquiera me hizo los diez minutos de efecto; y dice Yolanda que yo volví a mi letanía de "¡Drogas, drogas!" hasta que, por fin, se repitió también el "chute de urgencias" y cuando empezó a hacer efecto, empecé a quedarme dormida.

Y para cuando desperté, era sábado y mi oncólogo preferido estaba allí, salvándome la vida, que es lo suyo :-)

***ooo***


Porque eso, por fin, fue un rayito de sol: ese sábado estaba de guardia mi oncólogo preferido. Supongo que antes, en la mañana, pasaron más cosas, pero mi primer recuerdo de ese día fue verle a él, a los pies de la cama, indicando los tratamientos a seguir y sonriéndome; tuvo la virtud de tranquilizarme. En eso tuvo buena parte de culpa el hecho de constatar que pertenece al grupo A (lo entenderéis más adelante ;-)). No sé qué fue todo lo que estuvo disponiendo para intentar arreglar el desaguisadillo, pero en ese momento sólo fui consciente de que estaba indicando que me retirarán la sonda y que podría iniciar una dieta líquida. Las dos cosas me sonaron muy bien :-)

Retirar la sonda tampoco es moco de pavo, pero es bastante menos desagradable que colocarla y, además, al final del proceso respiras mucho más fácilmente y vuelves a ser dueña de tu garganta. Si, además, te puedes permitir un trago de agua después de dos días sin probarla, ya tiemblas de felicidad ;-) Y si al cabo de un rato te traen una bandeja de comida con un caldo y un zumo eres casi feliz... hmmm, bueno no adelantemos acontecimientos, que lo de la dieta líquida tuvo su tela en los días posteriores :-) pero os puedo asegurar que ese primer banquete me hizo muy feliz...

Del resto del sábado recuerdo que fue el "día del oxígeno". Gasometrías. No tenía ni idea de lo escondidas que están las arterias y lo difíciles que son de encontrar. Aunque con lo que realmente aluciné es con el aparatito que utilizan para medir la saturación de oxígeno en sangre. Yo estaba convencida de que me estaban poniendo pinzas para tomarme el pulso, hasta que de una conversación deduje lo que hacía esa pequeña funda plástica que pinzaba mi dedo. Ni podía imaginarme cómo lo hacía; pregunté al cabo de unos días y el médico me dijo que creía recordar que se basaba en fibra óptica. Me falta preguntar a google, pero llegamos a un principio de explicación de andar por casa, combinando, de alguna forma, la irradiación de luz con el color que adquiere la yema del dedo cuando la aprietas y recurriendo al análisis de la luz resultante para poder deducir cuánto oxígeno hay en la sangre. Me parece un invento de estos que me dan ganas de presumir de pertenecer a la especie humana.

El resultado de la gasometría y demás medidas, fue una bonita máscara de oxígeno, con regalo de gafas de nariz a usar como suplemento en las horas de las comidas. Todo ello en un tono verde muy fashion. Bueno, pues aún así, menudo susto se llevaron Sofía y Alicia cuando llegaron. Menos mal que les convencí de que estaba probando el disfraz de piloto de caza. Valeee, no coló pero nos reímos. Además, el tema pegaba con los planes de Ali de someterse a una maratón de todas las películas de Star Wars, para documentarse convenientemente antes del siguiente fin de semana, que se iba a Madrid a ver la Star Wars exhibition :-) Estuvieron las dos poniéndome los dientes pelín largos mientras me contaban sus planes de próximos viajes y, al cabo de un rato, me ayudaron a confirmar una teoría que llevaba elaborando desde la última vez que había estado ingresada: hay 10 tipos de personas en este mundo. Las del grupo A, no resisten a la tentación de acariciarme los dedos gordos de los pies mientras estoy encamada. Los del grupo B me demuestran su cariño con otras carantoñas y caricias, pero se resisten a esos deditos respingones que se adivinan descarados bajo las sábanas, provocando sin querer. Pues nada, que tenía delante de mí, a los pies de la cama, a dos genuinas representantas de cada grupo, cada una alegando motivos para acariciar mis deditos o dejarlos tranquilos. Sofía, a favor y Alicia, en contra y preguntándose que por qué. Hubo un par de momentos Epi-Blas realmente divertidos ;-)

Y ya se iba haciendo la hora de mi pánico particular. Sin embargo, esa noche no me dolieron las piernas. Eso sí, me dieron mi "chute de urgencias" para que durmiera tranquilita :-)

Y para cuando desperté, era domingo y estaba realmente tranquila :-)

***ooo***


Tranquila, pero con dolor de párpados. Vaya, si es que va a resultar que una es realmente sensible :-) Tuve las máscara de oxígeno a toda caña, durante toda la noche y, por lo visto, me afectó a los ojos. No, a los ojos no, a los párpados, que me dolían bastante si intentaba mantener los ojos abiertos. Así que pasé buena parte del día con los ojos cerrados... hasta que me echaron la bronca por no avisar y me dieron un Nolotil que cambió mucho el panorama. La verdad, no tengo palabras para describir lo bien que me trató todo el personal de la sala durante estos días, tengo la sensación de haber estado muy mimada.

Quizá por estar con los ojos cerrados o, seguramente, por ser un día bastante tranquilote, este domingo lo tengo muy, muy desdibujado, apenas recuerdo nada. Juraría que me dediqué, básicamente, a descansar y recuperarme. Tengo revoloteando por la cabeza las risas de Merxe y de María jugando con los móviles y pasándolo bien :-) Y, por supuesto, la visita de Minerva, que se llevó un buen susto, pobre. Ya imagino que verme con los ojos cerrados, medio dormida y con la máscara de oxígeno no debió de ser un espectáculo muy esperanzador. Por no hablar de Eva, Cristina, Manfran y David que no se atrevieron a entrar. Les tengo que mandar un montón de besos en compensación por el susto. De verdad que no estaba tan mal; eso sí, supongo que estaba bastante fatigada por el tema de la falta de oxígeno :-) Pero que tarde tan divertida me pasé recordando mis aventuras con esa promoción... ¡¡mira que nos renegamos mutuamente y que llegamos a divertirnos juntos!! Nunca me lo pasé tan bien peleando con toda una clase... y estoy segura de que fue recíproco ;-) :-P

En cualquier caso, al día siguiente ya estaba mucho más en forma; y el martes, ya me puse en [modo Críspulo ON] ;-) y empecé a hacer gamberradas. Ya os cuento en otra entrada ¿vale? Esta ya es muy larga... y muy quejicosa ;-)


16 comentarios:

Señor R dijo...

Te pasó todo eso y además tuvistes tiempo para registrar cada cosa en el portátil!!!!.....me dejas acojonado!!!! Tienes el aguante de una superwoman.

Si este blog fuera de dibujos estaría de imagenes jugosas. Sobre todo la del disfraz de piloto de caza :)

Recibe un fuerte abrazo desde tu tierra meiga.

Besos y abrazos :)

Carlos C. dijo...

Y con todo esto tuviste las narices de acordarte de nosotros el día de nuestra boda! No sé qué más decir: me has dejado patidifuso.

Abrazo teletubiense, maja.

servidora dijo...

No creo que sea una superwoman :-) todo eso lo escribí cuando ya había pasado la marea :-) creo que necesitaba recordarlo, para no olvidar lo importante que es sentirte vivo.. buf, qué serio queda eso :-)

Y Txarly, lo dicho, el día de tu boda iba gastando bromas a todos los enfermeros/as que se ponían a tiro ¡¡lo mínimo era mandaros un bico, rei!! :-)

Anónimo dijo...

Qué sustos, Servidora! Menos mal que ya estás en casita y algo mejor, espero. Cúidate mucho y ánimo.

Un beso muy grande

Emilio dijo...

Ánimo, mejórate.
Y escribe, qué demonios.

David dijo...

Hola Glo,

Me alegro de saber que estás mejor. Cuídate mucho (que ya vemos que te cuidan ;-), y muchos besos.

D.

malefico dijo...

Pues eso me gusta de ti, cuando vas a divertirte lo haces a todo trapo.

Te envio mimos desde este lado del agua, y come bien que tu cuerpo necesita refuerzos de vez en cuando !

Orchata dijo...

Vale, ya me he puesto al dia de tus últimas aventuras sanitarias.
Sólo un consejo por el bien de tu recuperación: no mires la última factura de la Iberdrola. Ahora es necesario que reserves energías para mejores menesteres.

Inesuki dijo...

Qué alegria que estés en casa !!!!!!!
Joer, qué alegria!!!!
Yuhuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

ZonaLunar dijo...

Hola glo!!! Qué bien que te hayas quitado el traje de piloto de caza :D Fui a la exposición este finde y me hice fotos con TODOS :D Me acordé mucho de ti mientras estaba allí.

Muchos besos guapa

kake dijo...

Soy kake, de la uji, siglos atras. Quería decirte que tienes una manera tan simpática de contar cosas antipáticas, que llegas a ser un bálsamo para todos los que estamos enfermos :-)

servidora dijo...

Ei, Kake ¿cómo van los preparativos del evento? ;-) Ya ves que sigo siendo una cotilla, pero es que hay damos de honor muy indiscretos, créeme :-)

Dale fuerte a lo tuyo, que mientras yo le arreo a lo mío ¡y vaya si se van a enterar de lo que valemos, reina!

¡A por todas! :-)

kake dijo...

Habrá que torturarle vistiéndole de tul o algo... los preparativos algo enturbiados, pero ahí siguen.
Un abrazote

servidora dijo...

Oye, pues va a ser que sí... ¡¡a forrarlo de tul!! :-D ;-)

Angie Prewett dijo...

Vaya batalla!!!!, felicidades por la victoria ^^ y mucho ánimo para las proximas!.
Me he identificado con Maria en el asunto de su abuelita, a mi también me tocó recoger a la mía del suelo hace unos cuantos años, solo que yo no era tan peque como supongo que es tu niña mosha n.n

Un besito, guapa =)

Lorena dijo...

Gloria, la verdad, lo has descrito tan bien todo que hasta me parecía sentirlo yo, y que dolor en algunos momentos! y qué valiente eres! digas lo que digas. Besotes guapa!!!!